jueves, octubre 18, 2007

La ilusión se ha ido

La ilusión se ha ido.
La ilusión se ha ido lejos.
La ilusión se ha ido, pequeña.
La ilusión se ha ido lejos.
Sabes que lo hiciste mal conmigo
Y te arrepentirás, algún día.

La ilusión se ha ido.
Se ha ido lejos de mi.
La ilusión se ha ido, pequeña.
La ilusión se ha ido lejos de mi.
Aunque seguiré viviendo.
Pero tan sólo que estaré.

La ilusión se ha ido.
La ilusión se ha ido lejos para bien.
La ilusión se ha ido, pequeña.
La ilusión se ha ido lejos para bien.
Sé que algún día lo superaré todo pequeña.
Tal como se debe hacerlo un hombre.

Estoy libre ahora pequeña.
Estoy libre de tu hechizo.
Libre, libre, libre.
Estoy libre de tu hechizo.
Y ahora que todo terminó.
Todo lo que puedo es desearte lo mejor.

Esta es una canción de B. B. King traducida lo mejor que he podido.

Para los que quieran oirla, aquí junto a Gary Moore.

martes, octubre 16, 2007

La importancia de saber puntuar

Había un apuesto joven dedicado a cortejar a tres hermanas. Un buen día, a éstas se les acabó la paciencia y le presentaron un ultimátum al joven: tenía que decidirse por una de ellas.

El afortunado galán les hace llegar una nota en mano a cada una, al tiempo que les anuncia que debe marchar urgentemente de viaje y, ya que no ha podido puntuar la respuesta correctamente, que sean ellas las que se encarguen de hacerlo.

Cada una de las señoritas se lanza apresuradamente sobre su papel que contiene la ansiada respuesta en verso. En los tres había escrito lo mismo:

Juana Teresa y Leonor
puestas de acuerdo las tres
me piden que diga cuál es
la que prefiere mi amor
Si obedecer es rigor
digo pues que amo a Teresa
no a Leonor cuya agudeza
compite consigo ufana
no aspira mi amor a Juana
que no es poca su belleza


Teresa no lo dudó ni un momento. Según su puntuación, ella era la elegida:

Si obedecer es rigor,
digo, pues, que amo a Teresa.
No a Leonor, cuya agudeza
compite consigo ufana.
No aspira mi amor a Juana,
que no es poca su belleza.


Leonor también lo vio claro. La elegida era ella:

Si obedecer es rigor,
¿digo, pues, que amo a Teresa?
No, a Leonor, cuya agudeza
compite consigo ufana.
No aspira mi amor a Juana,
que no es poca su belleza.


Mientras, Juana, tampoco tuvo ninguna duda a la hora de puntuar y de entender que la elegida era ella:

Si obedecer es rigor,
¿digo, pues, que amo a Teresa?
No. ¿A Leonor, cuya agudeza
compite consigo ufana?
No. Aspira mi amor a Juana,
que no es poca su belleza.


Hubo que esperar a que regresara del viaje el joven para que aclarara el enigma y le pusiera la correcta puntuación al verso.

Si obedecer es rigor,
¿digo, pues, que amo a Teresa?
No. ¿A Leonor, cuya agudeza
compite consigo ufana?
No. ¿Aspira mi amor a Juana?
!Que no! Es poca su belleza.


Ninguna de las tres resultaba elegida.

Al fin y al cabo yo lo coloco y ella lo quita. Pero si yo lo quito, ella lo caza" tiene, en la mayoría de los casos, mucho menos sentido que yo loco, loco, y ella loquita. Pero yo si loquito, ella locaza. Al menos en ciertos ambientes.


No sé a quién pertenece este texto. Lo he encontrado en un blog y también me lo han enviado por correo. En cualquier caso, que sirva para recordarnos la importancia de saber escribir correctamente, no sólo para evitar ciertos enredos sino para hacernos entender en cualquier situación.

domingo, octubre 07, 2007

Grandes esperanzas

A veces, lo que esperas, es peor si lo comparas con lo inesperado.

La razón por la que nos aferramos a nuestras esperanzas, es que lo que esperamos, es lo que nos mantiene vivos. En pie. Esperando.

Esperar es sólo el comienzo. Lo inesperado es lo que cambia nuestras vidas.


Meredith Grey

martes, octubre 02, 2007

Miedo al terror

Una pregunta.

Tú, tú, sí, a ti. ¿A ti te gusta el terror? ¿Te gusta la sensación del terror? ¿Te gusta ese sabor entre amargo y dulce, con un punto de ácido socarrón y unas pizquitas de sal?
No me digas que no lo habías notado… Sí, a ti te gusta el rico poso que deja el terror. Te gustan esas películas de suspense, donde al final todo acaba bien… o casi.
Te sientes el protagonista y por eso resoplas de alivio según te levantas de tu butaca y piensas en qué restaurante vas a cenar.

Pero tú sabes que ese terror no es cierto, que es falso ¿verdad? Tú sabes que te gusta porque es un terror controlado. Solo tienes que cerrar los ojos, taparte los oídos, pensar en el curro del día siguiente o en que tienes que sacar al perro a pasear para distanciarte de ese terror.


Pero ¿qué pasa cuando el amigo o el familiar que esperas que llegue después de salir de viaje tarda más de normal y tu teléfono no suena con su número en la pantalla?
Intentas someter la aterradora idea de un accidente bajo la inmensa cantidad de filtros que proporcionan los imprevistos que surgen en la carretera.

La tensión va en aumento conforme aumenta la tardanza de la persona esperada. Tu cabeza, maquiavélica en esos momentos, no hace sino maquinar los más terribles sucesos… pero al final llega y te limitas a llamarte tonto por semejante sufrimiento:
“Hubo caravana, se me quedó el móvil sin saldo y tuve que parar dos veces porque …”


¡Cuán aterradora ha sido la idea del terror sin llegar al terror en sí! ¿verdad?

Ya alguien señaló hace tiempo: “Me aterra más la posibilidad del terror que el terror en sí mismo”
La angustia de saber que vas a ser bombardeado en tiempos de guerra puede pesar mucho más que la tranquilidad de haber salido todos vivos del bombardeo.


¿Pero qué pasa cuando la posibilidad del terror nos lleva al propio terror?
¿Qué pasa si tememos que nuestros bancos dejarán de darnos nuestros ahorros y todos salimos corriendo a sacarlos? ¿Ha sido la posibilidad del terror la que ha traído el terror o igualmente este hubiera llegado?

Si sabemos que el miedo nos bloquea, el bloqueo nos impide pensar, el no pensar nos lleva al error, ¿qué error estamos cometiendo para que tengamos miedo?

Es el terror un arma poderosa, que solo unos pocos controlan y que la mayoría sufrimos sin llegar a conocerlo.

Es pues que debemos estar preparados para el terror, pero no sufrir antes de su momento.

Es pues que tenemos que saber pensar y no permitir nunca el error del bloqueo.

Cuestión de carácter

Juan, crápula, delincuente, caradura y de noble cuna. Capáz de engañar a su propia madre si con eso logra algún beneficio, se enamora de Inés. Y ella le corresponde.

Como no tiene forma de acceder a ella, acaba raptándola con su consentimiento. El padre de Inés está indignado y cegado por el odio. Pero Juan considera que no sería correcto llevarse a Inés sin más y decide hablar con el.

Lo llama a la casa donde ambos están. Pero el no escucha. Por mucho que Juan intenta hacer entrar en razón al padre de Inés y por mucho que le pide que le ponga a prueba. Que hará cualquier cosa por Inés. Pero el padre no accede. No hace otra cosa que insultar y provocar a Juan hasta que al fin, Juan no puede aguantar más, luchan y Juan lo mata.

Juan tiene que huir. No queda otro remedio. Van a cojerlo y lo ajusticiarán rápidamente sin miramientos. Con un pie en el alfeizar de la ventana. A punto de saltar para escapar, dejando atrás sin remedio a Inés; Juan dice:

Llamé al cielo y no me oyó.
Y pues sus puertas me cierra,
de mis pasos en la tierra
responda el cielo, y no yo.

Eso es carácter.


Que viva Don Juan Tenorio.