martes, diciembre 24, 2013

Invictus

En la noche que me envuelve,
negra, como un pozo insondable,
doy gracias al Dios que fuere
por mi alma inconquistable.

En las garras de las circunstancias
no he gemido ni llorado.
Ante las puñaladas del azar,
si bien he sangrado,
jamás me he postrado.

Más allá de este lugar de ira y llantos,
acecha la oscuridad con su horror.
No obstante, la amenaza de los años me halla
y me hallará sin temor.

Ya no importa cuán recto haya sido el camino,
ni cuántos castigos lleve a la espalda.
Soy el amo de mi destino,
soy el capitán de mi alma.

William Ernest Henley